Y cuando hablo de muerte, digo físicamente. Yo no creo que mis abuelos hayan muerto. Los tengo vivos adentro todos los días, en mi corazón, en mi memoria, en mi. Yo soy una continuación de ellos. Estoy acá gracias a ellos. Mis actos son gracias al ejemplo de ellos. Todavía puedo recordar las voces, los olores, las miradas.
Estoy seguro que a alguien le conviene que la muerte todavía sea un tabú y nadie quiera hablar de ella. Flores, cajones, salas velatorias, cortejo fúnebre, parcelas, cementerio. Todo es un gran negocio. En nuestro país no hay cultura de la muerte como si en otros países, que en vez de montar semejante circo depresivo, recuerdan con alegría lo que fue en vida esa persona que partió.
Nadie sabe que viene después de la muerte. Y eso genera miedo. Yo tampoco recuerdo que era antes de nacer, supongo que cuando partamos será algo parecido...
Pero ¿para qué pensar en eso? Hoy estamos vivos, vivamos.
